Saturday, August 27, 2011

Oración

No suelo hablar de los temas de actualidad. Ya hay voces poderosas, autorizadas o transigidas que hablan de ellos, ya hay buenos contraanalistas que repiensan el tratamiento informativo o la noticia misma, ya hay corrales donde las gallinas no cesan de cacarear. Por eso observo sin pena que mi opinión sobra.

Fukushima, el desempleo español, la matanza en Noruega, las bolsas mundiales, Libia o la hambruna del Cuerno de África. Unas surgen y otras se olvidan, así es la agenda. Llegarán más noticias y en Somalia morirá menos gente de hambre. A mí se me encoge el corazón, pero sólo cuando veo de forma constante a niños desnutridos con la boca entreabierta.

Creo que mi opinión sigue sobrando hasta el día en que sea consecuente. Hasta el día en que me muera.

Monday, August 22, 2011

Despierto


Tome un libro, otro, y zambúllase en el sudor de los últimos días de agosto. Escape como Archimboldi, compórtese como Chichíkov y saque su bicicleta del trastero. Pedalee despacio, déjese llevar por la música: piense en The Killing Fields, en aparcamientos vacíos de proporciones norteamericanas inundados de sol, en construcciones humanas cubiertas por el agua.

Siga las instrucciones. Merece la pena tener un pie en otro mundo.

La imagen, tomada hace un lustro por A., muestra una calle sumergida en retoques grotescos.

Tuesday, August 16, 2011

Del huevo II


"Yo me levanto, miro, y un huevo. Digo, chacha, ¿qué hace ahí eso? Miro para el otro lado y otro huevo. Qué cosa más rara. Uno ahí al lado de mi ventana, otro huevazo ahí donde la puerta... Todo hecho una guarrería, señorita".

»Y la fachada del Miguel, que la ha puesto nueva y le costó muchos millones, pues llena. Qué lástima. Con su balcón de hierro forjado... nada, nada. Y eso no lo pueden hacer por el día, que estamos en casa. Y me dijo la Antonia que sospechaba de cinco hombres que se salían muy temprano al campo y dije, ya está, a ésos los he visto yo, porque como yo me desvelo a menudo y me despierto antes, ya tenía yo costumbre de ver a los cinco hombres. A eso de las seis sin dar se iban a trabajar y aún estaba todo oscuro, pero yo sabía que el último que entraba en la furgoneta era siempre el mismo: los cuatro primeros... da igual, pero el último siempre era el último. Me dijeron que pusiera una cámara de vídeo en mi ventana y yo dije que no, que yo esas cosas ahora nunca sabes. Así que nos organizamos para vigilar.

»Lo hablamos una tarde y el Miguel se fue a la casa de la Antonia, la de enfrente, para vigilar en la ventana, así, en un lado apartando el visillo. Y yo me quedé en mi balcón que hace esquina y se ve todo muy bien. Pues a las cuatro y media ya estábamos donde teníamos que estar, ¿eh?, y un frío que pela y me eché la capa por encima de la cabeza y todo, como un monje, y veía al Miguel y a la Antonia detrás de los visillos. Estuvimos esperando un buen rato y los vimos salir: uno, dos, tres, cuatro... ¡y el quinto! Se había entretenido, iba metiendo no sé qué en los bolsillos, y miré bien con la luz que nos han puesto ahí, señorita, y se estaba metiendo unos huevos. No se me escapa, me dije. Y bajé callando y cuando llegué a la puerta de la calle con mi capa tapándome toda, lo sorprendí en la esquina. Y, ¡ay, señorita!, ¡pero si era el Pedro! Con lo que tú has llegado a ser, Pedro, casado, tus niñas... Y que estaba harto y que su mujer compraba huevos por cajas y que ella no se daba cuenta de los que cogía. Señorita, y tiene dos niñas pequeñas y su mujer compra huevos por cajas.

»Me tiraba huevos al canalón y cuando llovía salía todo para la calle. O me dejaba uno en la esquina de la ventana, así, un huevo. Hija mía, y la fachada del Miguel destrozada. Qué lástima.

Cinco minutos de Paint reflejan con absoluta fidelidad la fachada del Miguel, ya limpia.

Saturday, August 13, 2011

Del huevo


Vestido azul oscuro estampado de flores, ojos pitarrosos y minúsculos, pellejo y una corcova inmemorial. Ya no limpia ni cocina tanto como antes, pero a veces me la encuantro a horas extrañas barriendo la hojarasca del patio con la escoba de bambú, muy lentamente y con la boca entreabierta. ¡Ay, qué calores, hijo!, y veo mi sonrisa en el reflejo de sus gafas de sol, las últimas que regalaron con algún periódico.

Ayer por la noche, mientras preparaba unas copas en la cocina, los oía reír a carcajadas bajo la acacia. Mis padres, dos de mis tíos, mi abuela y su asistenta no perdían detalle de su relato, cuando se dio en la cara con una cadena que ella misma blandía, mientras increpaba a dos tipos que hacían "cosas muy raras" al otro lado de la ventana del despacho, una noche del pasado otoño. Cuando llegué yo con las bebidas la historia había terminado, y, sin apenas darme cuenta, Magdalena ya explicaba cómo aparecieron los primeros huevazos en la fachada de su casa.

Monday, August 08, 2011

Grasesuda


Siempre que escribo algo en verano pienso en la grasa. O en las caras de esas mujeres que brillan como un Viracocha de oro o en las bandejas con los restos del asado de cordero en la finca o en los odres agitanados de camping perullo, a remojo en la piscina municipal. De un modo u otro se trata de sudor. "Sólo miro, a ver si encuentro algo que regalar", pero la primera gota ya ha saltado de la nariz y ha hecho estrellita en el mostrador. Levanto la cabeza y la chica me mira con una sonrisa a medio camino entre la piedad y el asco. 25-30 años, cutis mate, dientes blanquísimos, "pero si el aire está puesto".

La grasa afecta al cerebro, se filtra al cerebro. La realidad patina, hace gracia, se oyen gritos y mi pene expulsa varios litros de cerveza. El sudor agarra con fuerza el cráneo y me da la risa floja; ¡a la piscina!; adolescentes de pueblo que dan la sensación de no tener muy claro cómo pasárselo bien; Marilú Apoño, sacerdotisa; la fresca, pimientos asados; la grasa, agua para todos. Está claro: wira (grasa) y qucha (contenedor de agua, lago, laguna)*. El manco capaz.

* Gracias, Wikipedia. / En la foto, grasón sanferminero de este año. Qué pena no disponer de cámara aquí...

Tuesday, August 02, 2011

Meridioná

¡Ois! El Sur y una prometedora (aunque insignificante) sucesión de entradas nos esperan. Caballeros, se levanta la sección.
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