Monday, January 31, 2011

/ʃvaɪ̯ts/


Dejé la monedita de cinco céntimos tres veces sobre la vía, a la espera de tres tranvías distintos que la convirtieran en una uña dorada digna del general Wille. Queratina tibia para mis manos cuarteadas de frío. Levanté la vista, aún agachado frente a los suaves raíles de Löwenstrasse. Observé aquellos vagones sin alma que se alejaban con secreto. La multitud caminaba alrededor y esmeraba sus finos modales y su frialdad urbanita. Entraba y salía de las tiendas con sosiego, envuelta en una nube de reflejos y medias voces propias de una ciudad demasiado próspera, anegada de opulencia y vanidad casi a partes iguales. Y esa puntualidad. Ah, los relojes, que miden el tiempo y vigilan con orgullo la tez blanca zuriquesa y aplauden solemnes los frutos de la idiosincrasia nacional, que reinan sobre iglesias y clubes nocturnos, que dibujan el prestigioso tópico patrio.

Me erguí despacio, mirando a cualquier parte. No oía nada. Supongo que ella gesticulaba desde la acera. Gritando, con la cara desencajada. Una impropiedad. Como mi cuerpo tendido en el asfalto, apenas manchado de sangre. La gente se arremolina. El tranvía completará la ruta con retraso.

La foto, el reloj de la iglesia de San Pedro.

Wednesday, January 26, 2011

Paquete


A cara perro, a cara perro, se mira al espejo, el abrigo, puerta, pum, dos vueltas a la llave, grava a paso ligero, caraperro, caraperro, haaau, hhhhhau, hou, un coche lento, uno que viene de lejos y un camión zumbando, calle arriba, la vieja y sus bolsas de Monoprix, frío en caraperro, caraperro, dobla en la esquina, hilera, asfalto agrietado, cuesta abajo, La Poste al fondo, esquiva a los adolescentes, barandilla, puerta de cristal a caraperro, calor, señora de gafas, servicio de correo postal.

Mon colis? −pregunta el extranjero, con sus cejas arqueadas y los ojos muy abiertos, ensayando la más inocente de las sonrisas.

La foto, esa calle arriba.

Saturday, January 22, 2011

El hombre tranquilo


Ayer por la noche festejamos a gran escala, y agasajamos a los amigos con jamón, bonito, paté y otras honorables viandas. Habíamos planeado visitar hoy Metz, pero la molicie manda y las campanadas de mediodía nos pillaron haciendo ratatouille en el baño o calentando el agua para el té. En otra ocasión.

Diversificamos planes. Yo me decanté por un paseo bajo el atípico sol vosgiano. Armado de bocata, cocacola y mandarina, enfilé el camino que lleva hasta las ruinas del castillo local. Paseé despacio y salté sobre algunas rocas con notable orgullo simiesco, ante la reprobatoria mirada de un padre sensato con su casco sensato, apoyado en su bicicleta sensata (pulcra, de color blanco dañino y saturada de reflectantes, y con el triángulo y la bomba en el cuadro). Vi llamas, jabalíes o avestruces en una pequeña reserva animal anexa y conseguí distinguir cuatro tipos de acebo a los lados del sendero circundante.

Vuelta a casa, jugaban al fútbol en La Colombière y nubes y claros, ráfagas de viento.

La foto, de A., muestra uno de los accesos al parque de la fortaleza a principios de otoño.

Wednesday, January 19, 2011

Avizor


El tiempo vuela cuando la novedad de los primeros días desaparece. La rutina cubre de polvo el cambio, las sorpresas, para dejar de pronunciar el nombre de esos días y luego el de los meses. Los años, la suma inevitable.

Aquí preparo un plato de espaguetis igual que en otros países, al dente y templado, pues nunca caliento la salsa como debiera. El queso rallado resulta imprescindible; el de tipo emmental es un valor seguro, las marcas baratas del de estilo parmesano no consiguen disimular su química diabólica. De cualquier forma, lo que cuenta es terminar ahíto, casi enfermo, y echarse en la cama, entrecerrar los ojos e imaginarse haciendo una maleta, llegando a un lugar extraño y abriendo todos los armarios de la cocina cuando el agua ya estaba hirviendo desde hacía rato.
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