Monday, September 24, 2007

19:59

A veces, el lugar es tan insignificante que sirve como excusa para decisiones aún menos importantes.
Así que si vuelvo a escribir en este blog será desde otro país, lejos.

Saturday, September 22, 2007

Tercer intento de dejar el blog


Ésta es una balada para los tiempos modernos, me dije.

Aún no he salido de las tinieblas de los libros y dibujos: cuento trece días desde que pude recaer en el letargo, por fin, después de áridos trámites y deudas contraídas, consecuencias de mi relación con la sociedad.

Me estoy olvidando de hablar castellano. Sólo lo reconozco leído. Y cada vez que leo, observo las imágenes como en un sueño: básicamente, protagonizo las acciones, el encuadre es el mejor y no sufro las miserias derivadas de la realidad corporal del personaje. Así que quizá también esté perdiendo la capacidad de leer: cuando reparo en el acto de la lectura, siento que asesino palabra tras palabra y que la muerte de lo leído vaticina la matanza posterior.

Siempre termino con el libro envuelto en sangre. Mis manos tiemblan y pienso que no hay camino de vuelta.

Tuesday, September 11, 2007

Tú, té, adiós


Casi empecé el blog contigo.

Busqué todas tus fotos de internet (recuerdo una serie interminable de una entrevista que concediste en una edición del YIDFF), te dediqué varios fondos de pantalla que envié por correo electrónico a algunos amigos, nos sacamos una instantánea en la que no sonreímos más porque hacía un frío horrible incluso dentro del Civican. Me fasciné con tu amortización de El Jersey: en imágenes promocionales, charlas o en el mismísimo río Agano (seudónimo que utilicé para publicar en una revista) aparecía la prenda, como diciendo que iba a quedarse ahí para siempre.

Hablaba de tus pelos aleatorios con H., de que iría a Japón este año para verte en Yamagata y, mira tú qué estupidez, me voy a Estados Unidos y tú ya no estás. Me suscribí a la información del festival, pedí unos anuarios que nunca llegaron (de las ediciones en las que se proyectaron tus películas) y me propuse hablar japonés para ver si un día, de paseo por Tokyo, me juntaba con un tal Makoto Satô.

Con un tal Makoto Satô.
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