El tiempo vuela cuando la novedad de los primeros días desaparece. La rutina cubre de polvo el cambio, las sorpresas, para dejar de pronunciar el nombre de esos días y luego el de los meses. Los años, la suma inevitable.
Aquí preparo un plato de espaguetis igual que en otros países, al dente y templado, pues nunca caliento la salsa como debiera. El queso rallado resulta imprescindible; el de tipo emmental es un valor seguro, las marcas baratas del de estilo parmesano no consiguen disimular su química diabólica. De cualquier forma, lo que cuenta es terminar ahíto, casi enfermo, y echarse en la cama, entrecerrar los ojos e imaginarse haciendo una maleta, llegando a un lugar extraño y abriendo todos los armarios de la cocina cuando el agua ya estaba hirviendo desde hacía rato.
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