Thursday, January 15, 2009

Sólo reza


Avanzábamos despacio sobre la nieve del aparcamiento, montados en ese school bus cristiano con destino a la salvación, a ese edificio monstruoso con un auditorio para más de 7.500 personas, cafeterías y restaurantes, jardines de infancia y enormes pantallas de televisión. Ahí iban a acabar con mi dolor.

El pabellón estaba a reventar: el patio de butacas y los tres anfiteatros, completos. En el escenario, un tipo joven hablaba de cómo veía a Dios a diario en su trabajo de carnicero. Un negro sentado frente a un piano de cola acompañaba con música lacrimógena el testimonio. Mi cara, mi cara. Alguien me dijo al oído: "Aquí sólo somos cristianos". Abandonamos el auditorio cuando la banda de música (una solista, dos vocalistas con sus guitarras, un bajo, un batería, tres coristas y el amigo negro del piano) comenzó a hacer bailar a la multitud.

Buscamos desesperadamente la salida, pero nos topamos primero con la "Sala de oración", donde cientos de personas clavaban sus ojos en las televisiones colgadas del techo. Estaban retransmitiendo la obra de teatro que representaban un padre y un hijo en el escenario del auditorio. El decorado era de película. Yo tenía ganas de hacer pis.

Los últimos dos minutos en aquel xanadú de entusiasmo suicida los dedicamos a recoger folletos sobre la (terrorífica) comunidad de Willow Creek, sobre las reuniones que mantienen algunos de sus miembros en cafés de la zona y sobre el taller "Familia Van Gogh: para familias y amigos cuyos seres queridos tienen una enfermedad mental".

Yo sólo me había levantado aquel domingo por la mañana. Y ellos sólo eran cristianos.

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