
Yo indio, tú indias, él india, nosotros indiamos, vosotros indiáis, ellos indian.
Yo calvo, tú calvas, él calva, nosotros calvamos, vosotros calváis, ellos calvan.
Yo cameo, tú cameas, él camea, nosotros cameamos, vosotros cameáis, ellos camean.
Yo mastuerzo, tú mastuerzas, él mastuerza, nosotros mastuerzamos, vosotros mastuerzáis, ellos mastuerzan.
Modo random: lo importante no son las ojeras, siquiera, sino pensar en India, en la pelada brillante de alguien, en la cama y en los mastuerzos. Qué fácil es amar a India, las calvas, la cama y a los mastuerzos. Por un día no querer quemar nada y repetir los presentes-del-indicativo éstos con devoción. Porque ser pirómano cansa y hay que acostarse, soñar con India y con mastuerzos calvos llevando cubos de agua en la cabeza, por si hubiera algo que extinguir. O con un indio calvo que pega a un mastuerzo que duerme. O con un cameador mastuerzo que calva a un indio. O con una cama india mastuerzada por un calvo. Qué mareo, qué coñazo. Y todo para decir que hoy no quiero quemar nada. Tengo ganas de hacer pis.
Sales encantadora en la foto, cariño, pero no te pongas dos pares de gafas a la vez, que pienso que me vas a prender fuego.
4 comments:
Lo importante es la respuesta a mi pregunta: ¿A qué se debe tanto amor, amor elevado al cubo?
La pregunta correcta sería: ¿Te compensa farfullar tanto por amor?
La respuesta, obvia: no.
El amor es un pato amarillo de plástico con la cara de Yuschenko. No olvides, Inqui, que con eso no se juega.
Estás viendo un pato amarillo.
:)
El amor son, también, unos dedos finos que sacan la zanahoria de mi ensalada.
Post a Comment