Wednesday, April 22, 2009

Ya


-¡Cronometra!
Y cuando lo pongo en marcha todo se vuelve en blanco y negro, exacto. Corro por la acera llena de luz, jadeo demasiado fuerte, noto el corazón bombeando en mi garganta, me paro.
-¡No hay tiempo, no hay tiempo!- Aquel calvo fuera de sí acaba de lanzar su maletín contra el suelo. Se escapan centenares de papeles, algo excesivo, empiezo a correr de nuevo, la calle desierta, miro mi reloj: se derrite. En la ventana de un hotel, una mujer se agarra la cara con las manos y abre la boca. ¿Qué es todo esto? El aire huele a calor, creo que el hombre es de madera y la ciudad un decorado espeluznante.

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