El concepto de grupo es monstruoso. Los grupos son limacos sonrientes. La voz individual queda como una especie de "moo" ronco y festivo. No funcionan, actúan por debajo de sus posibilidades y todos son amigos hasta que se demuestra lo contrario (se demuestra de manera asombrosamente sencilla). Por eso me fijé en Patricio. Abuelo, que sube al tejado de uralita, que si quieres que te ayude con los sombreros, le avisas, pero que no le molestes mientras descansa. Ya sabe que las telas se secarán, pero no de qué color serán esta semana.
Una de las mejores cosas de Buenos Aires: ver a Patricio corretear por su tejado y ayudar a poner al sol los sombreros que hacía su abuelo. Casi se me saltaron las lágrimas cuando en la laundry de San Martín 927 se equivocaron y me pusieron Patricio en el comprobante.