Aquí en el barrio se está bien. Nuestra casa hace esquina, la pequeña tapia que cierra el patio es amarilla. Hace sol la mayor parte del año y en algo más de una hora de caminata se llega a la playa. El viejo Luiz vende bananas bastante golpeadas al otro lado de la calle. Cuando paso frente a su puesto me llama para contarme una vez más la historia de cómo Sócrates le regaló su camiseta de la selección antes de viajar a España por lo del mundial. Yo le contesto que tengo una hija pequeña, aunque no estoy seguro, y que si quiere la podemos llamar Amarela.
Yo adoro, yo adoro; de qué proporciones me hablan, si vivo tranquilo. Invítame a esa limonada que nos debemos, mientras huelo ese pelo tuyo que no es rubio pero que pensaremos que es rubio para así volvernos razonablemente locos.
No comments:
Post a Comment