Levántese tarde, al menos después del mediodía, y sienta que tiene que recuperar el tiempo perdido en el sueño. Enchúfese tres cafés y páselos a cámara rápida: un, dos, tres. Abra mucho los ojos, introduzca papeles en sobres, corra a las oficinas y a los comercios o piense que hace algo para mantener el mundo en movimiento. Vista mal, serpientes y escaleras, acelere que no sobra ni un segundo. Muévase tan aprisa que sus articulaciones comiencen a rechinar y su silueta acabe por desmembrarse para que la cabeza deje de molestar a sus piernas. Su cuerpo se liberará y se repartirá por las calles de esta historia.
Espere la noche y obedezca. Usted no es dueño de nada, usted vence sin saberlo: todo son buenas noticias.
La foto es de B., de A. y mía y de todos y corre.
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