"Ahora toma un complejo vitamínico, una única dosis diaria por la mañana alejada de las comidas. Y no le sienta bien, o eso dice. Pero yo que lo veo, creo que, además, está perdiendo la cabeza: sobre las cinco de la tarde debe tener el pico de subidón energético y comienza a establecer asociaciones aleatorias entre algunas palabras, elegidas al azar, de mis soliloquios. Así hasta la hora de la cena, cuando se queda ensimismado con olores, texturas y polígonos ocultos en la geometría íntima de los alimentos. A partir de entonces, su cerebro se apaga despacio entre brillos azules, hasta una nueva pastilla que le lleve a pensar en alto, a darse puñetazos con mi ego alargado y ennegrecido".
»Ayer fue insoportable. Estábamos sentados frente a la mesa de la cocina, bajo la tutela halógena del techo,...
Son las tres de la mañana. El efecto de las vitaminas se pasó hace rato.
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