–Yo también podría arruinarte la vida. Pareces joven y fuerte; un buen ejemplar, sin duda. El procedimiento habitual es muy sencillo: primero te dejaré hablar sobre tu vida, mimetizándome con tus sentimientos. Seré el acompañante perfecto de tus soliloquios, igual que ese aguacero que cae en los momentos dramáticos de muchas películas sensibleras. Cuando haya recopilado todo el material (palabras, tono de voz y gestos de todo tipo), lo clasificaré según ámbitos. Con el primero de ellos te haré más daño que con ninguno: tu familia. Quedarás hecho trizas, te lo garantizo.
»Al principio seré comprensivo y afable con tus padres y hermanos (si es que tienes). Años después, cuando me gane su confianza, el cambio será tan radical que no podrán reaccionar, y, una tras otra, las peleas os llevarán al odio. Gracias a mí, tu familia se convertirá en una auténtica basura corrompida por el dinero, el rencor y algún drama infantil sobredimensionado. Y yo me encargaré de todo, no hará falta que tomes alguna vez la iniciativa.
»Yo lo puedo exterminar todo. Lo sabes.
–Sí, lo sé -dije sin interés. Sólo estaba sacando una foto a mi hermano, que posaba con desgana frente a la torre Sears.
2 comments:
Ahí, tan campante, al borde del agujero negro...
Me ha gustado. Podrías escribirlo en papel. Un trastorno bipolar.
Post a Comment