Hola de nuevo. Cuántos días ha, estimado. Hoy es la noche perfecta para volver a escribir una entrada. A pesar de que hace algún tiempo Eresfea (pínchese a la derecha) me había confinado a sus "Catacumbas blogueras", el acicate final ha venido por otras vías.
Son pasadas las dos y media de la mañana, acabo de hablar por teléfono cuarenta minutos, el lío amoroso parece no tener fin, la botella de whisky va por medio vacía, la compota de manzana que me dieron cuando el temporal de nieve está asquerosa, la redacción de portugués no avanza. El momento exacto en que se me desenchufó la cabeza para atrás, me acordé de una vieja costumbre irreflexiva: la noche perfecta para escribir una entrada. Encerrado en la repetición o en la pacífica circunferencia, reescribo. Espero contar lo mismo.
No innovo, pero confieso que ahora escucho esto. Venga, dejémonos de huevadas. Hola de nuevo.
La foto, de uno de los más grandiosos viajes (que no serán) jamás contados. Click y se agranda.
La foto, de uno de los más grandiosos viajes (que no serán) jamás contados. Click y se agranda.