Un clásico, esto de aparcar el blog en un descampado y dejar que se derritan las entradas. No dar testimonio equivale a engordar, entregarse a la espuma amarga, al paseo Pereira y a las duchas eternas. Y aquí, sin camiseta y con el buche moreno, respiro con trabajo, tecleo y balbuceo con una sonrisa de sudor.
[...] Las últimas dos semanas volaron diacapallá sobre caminatas infinitas, en San Fermín o en viejas glorias turísticas regionales, en El Raval, bajo el sol y con la correa un poco larga. A. y J. prosiguen el viaje hasta su fecha de regreso, el domingo que viene. Y entonces, sin pensarlo demasiado, el mar azul oscuro se dibujará en el mapa y se columpiará entre nosotros, más, más, una vez más, como un niño borracho de vaivenes.
Me toca seguir leyendo a mi ritmo habitual, a terminar eso que hace mucho empecé y a empezar lo que ya ni me acuerdo cómo hacer. ¡Y a actualizar!
Detalle kiliki.
Detalle kiliki.
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