Ésta es una balada para los tiempos modernos, me dije.
Aún no he salido de las tinieblas de los libros y dibujos: cuento trece días desde que pude recaer en el letargo, por fin, después de áridos trámites y deudas contraídas, consecuencias de mi relación con la sociedad.
Me estoy olvidando de hablar castellano. Sólo lo reconozco leído. Y cada vez que leo, observo las imágenes como en un sueño: básicamente, protagonizo las acciones, el encuadre es el mejor y no sufro las miserias derivadas de la realidad corporal del personaje. Así que quizá también esté perdiendo la capacidad de leer: cuando reparo en el acto de la lectura, siento que asesino palabra tras palabra y que la muerte de lo leído vaticina la matanza posterior.
Siempre termino con el libro envuelto en sangre. Mis manos tiemblan y pienso que no hay camino de vuelta.
1 comment:
Siempre hay camino..., aunque tengas que abrírtelo a bofetadas y con cenas de lentejas & chorizo.
Ahora un navarro clásico añadiría: "¡ostriviri!"
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