Friday, January 05, 2007
Mercenarios
Dos niñas, un axolotl y un gigantosaurio. La almohada le engulle el sudor y los cuatro lo miran desde el techo. Una de las niña le dice: "Mira el amor, mira el amor". Mientras, la otra sufre una combustión espontánea. El axolotl clava sus ojos en los de él y el gigantosaurio se va a dar un paseo. "A pasear, a pasear", le traduce la niña del amor; de la otra sólo queda un montón de plástico quemado.
El gigantosaurio se cimbrea, el axolotl tuerce los ojos y la niña sólo acierta a repetir "¿tienes sed, tienes sed?". Y él se hunde en la cama. Huele a gasolina (benzina, nafta, qué más da). El techo es fuego, mejor echar un trago de anticongelante y olvidarse de niñas, cimbreadores y larvas de cuento. Error: el monstruo verde le sonríe; al axolotl le sale barba, manos gigantes y voz de Habermas ; y la niña le da un abrazo y le silba El puente sobre el río Kwai al oído.
Los desechos calcinados de la otra niña resurgen, toman forma de diapasón y vibran: "Te necesito".
"Y vio todo lo que había hecho, y he aquí que todo estaba bien".
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4 comments:
Ayer por la noche fui a ver al cine la finesa "Laitakaupungin valot" ("Luces al atardecer"). ¿Lo mejor de la película? Los nombres de los créditos, sin duda. Creía que el ejercicio masoca había acabado en mi vida.
Pues yo quiero ir a verla. Acaban de llegar voces a mi casa. En las voces hay niños.
¡Ah! Y "Volver" y "El día que me quieras" (de Gardel), también de lo más apetecible. Y... bueno, si es que al final me encanta la onda anodina.
joer, tio. Tengo paperas.
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